Space Especies. Franki Ramos Sextet.
Jamboree 6 de abril de 2022
En Barcelona tenemos la suerte de recibir generación tras generación, músicos del País Valenciano que deciden acabar su formación en nuestra ciudad. En su tiempo fueron Perico Sambeat o Ramón Cardó, por hablar de saxofonistas, ahora se trata de Franky Ramos, un jovencísimo saxo de Alicante, al que os aseguro que habrá que seguir de cerca. Pero no sólo a él, ya que en este sexteto le acompañan su paisano Tom Amat (piano) el valenciano Iago Aguado (guitarra) del que ya comentamos su disco Festina Lente, UnderPool 2019. Desde Murcia también acudió a estudiar al Conservatorio del Liceu el percusionista Alberto Garrido, a Garrido y a Amat pudimos verlos y escucharlos en el último Jazz i Am en el grupo de Alba Alsina. Al estudiar todos ellos en el Conservatori del Liceu supongo que no tardaron en fraternizar con los catalanes Adrià Claramunt (batería) y Juan Pastor (contrabajo). Se agradece la iniciativa de Jamboree de programar un ciclo los miércoles para ir descubriendo estos nuevos valores, de hecho siguen en la saga valenciana, con Vicente Martín trío y el mismo Iago Aguado Quartet. Que por cierto ayer no pudo estar en Jamboree. Una pena, me quedé con las ganas de saber cómo hubiese conseguido meter su guitarra dentro de esa descarga que produce el grupo. La verdad es que Amat al compaginar teclados con piano conseguía suplir en parte la ausencia de Aguado. Tenían ganas de convencer y lo consiguieron, en otro local creo que más de una persona se hubiese arrancado a bailar. Venían a presentar su flamante Space Especies, SedaJazz, 2022 y prácticamente en el primer bolo tocaron casi todos los temas. Empezaron con Periquito, y los recuerdos de Paquito d’Ribera y ese jazz latino con las percusiones de Garrido a tope, ya fueron todo un trallazo. Siguieron con un tema nuevo que no está incluido en el disco, Ramos se pasó al soprano, Amat al piano de cola, antes estuvo en teclados. Ambos músicos fueron realizando estos cambios durante el concierto. Las percusiones se volvieron más galácticas y el tema ahora se fue hacia sonidos herederos de Coltrane, al principio y después se nutrieron de música negra de la que les gusta a los herederos de Hancock. Las percusiones, muy bien hermanadas con la batería de Claramunt, imponían su tempo. Desde atrás discreto pero efectivo Pastor mantenía un pulso segurizante. Es un grupo que está definiendo su propuesta y en el siguiente tema, Sand Beat Atmosphere Ramos se atrevió a rapear, un poco en la línea por dónde trabajaba Marc Ayza, ahí creó que todavía le falta un poco de seguridad. Pero seguro que va por buen camino. Toda la banda consigue un buen flow y el público empezó a gritar contento por la propuesta, descarga de Amat en el piano buenísima. Y la sección rítmica a tope. El soprano de Ramos entrando con seguridad. Estaban arriba, y no pensaban bajar. Cualquier músico tiene sus ídolos, pero lo curioso del caso es que estos jóvenes admiran a alguien que todavía es muy joven también, se trata del compositor Toni Vaquer al que dedicaron Uranian Cowboy (por considerarlo un ser especial, como de otro planeta) les doy totalmente la razón. Empezó Garrido “acariciando” una especie de morteros, buscando sonidos orientales, enseguida el soprano de Ramos nos llevó de nuevo muy arriba, un tema que crece con mucho estilo. Amat muy cómodo en los teclados. Seguía la tarde con una balada, Messiaen’t-bien, precioso solo de Pastor muy bien acompañado por las escobillas de Claramunt. Y buen trabajo de Ramos ahora con el alto. Me gustó mucho esa vibración que consigue golpeando el tubo. Me recordó a Perico Sambeat de jovencito. Volvió a meter su rap, mientras la banda le va dando espacio repitiendo estructuras. Quisieron terminar con Playa de la Barceloneta, otra vuelta a lo latino, esta vez maridada con detalles, para mí, de las descargas del gran Gato Pérez. En el disco les acompaña, nada menos que Carlos Sarduy (trompeta) para la ocasión llamaron a (otra valenciana) María Gil (flauta) Las percusiones se lanzan a por todas, el público (en otra ocasión y lugar) debería haber bailado y músicas de medio mundo se dieron cita, hasta detalles de Manisero. Tremendo de nuevo el contrabajo de Pastor, tremendos los cueros. Las antiguas orquestas de baile resurgían por unos minutos en la cava de la Plaza Real, un gustazo. El público no quería que se fueran, ellos tampoco, la cosa acabó en pacto. Quedaron dos en escena, dos buenos amigos. Amat se sentó en el piano de cola, Ramos se acercó hacía él con su saxo y nos ofrecieron otra novedad, una composición reciente: Amat. Resultó una conversación entre dos músicos que han crecido juntos y que partiendo de la música que, seguro han escuchado juntos, se lanzan a investigar nuevos caminos para transitar en unión. Fue un tema muy diferente al resto, era como encontrarse físicamente y dejar que cada uno diga lo que siente. Muy bonito. Y además pudimos escuchar el piano con claridad, que no siempre ocurrió en el bolo, debido a la potencia de las descargas percusivas, por otra parte excelentes. + info