Mayte Martín

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Festival De Cajón. Sala BARTS, 13 de noviembre de 2018

Podría ser, ¿por qué no? que Yasuko (joven japonesa de 28 años y refinada cultura occidental) se acercará la noche de autos hasta la sala del paralelo atraída por el cartel. Sorpresa ante la doble negativa, aun que se anuncia festival de jazz y también de flamenco, a pesar de que las dos protagonistas, Mayte Martin y Belén Maya, sabe de buena tinta que son figuras destacadas del flamenco actual, nada parece estar en su sitio. Después de casi dos horas, Yasuko de pie y con las mejillas encendidas aplaude a rabiar conmovida por el espectáculo que ha presenciado. Presentaba Mayte Martín Tempo Rubato, Satelite K. Un disco que la misma cantaora define como Una colección de temas míos, un registro sonoro de emociones que se ha ido gestando durante veintidós años, a golpe de vivenci . Un servidor, que ha escuchado en diversas ocasiones a esta mujer, puede aseguraros que nunca la había oído cantar como esta noche, es verdad que tiene un público entregado que la adora desde el primer momento en que aparece en escena, y que se rodeó de unos músicos que cumplieron dos funciones esenciales, ejecutar con destreza las partituras y trabajar para resaltar en todo momento el brillo de Mayte Martín. Supo recompensarlos en una presentación de las que se agradecen, destacando el buen hacer de cada uno de ellos. El Quartet Qvixote, fundamental para entender el proyecto (la misma Martín reconocía que hay mucha cuerda en esta idea) Amat Santacana al violonchelo, Bernat Bofarull a la viola. María Sanz y Marta Cardona a los violines, esta última como los vinos de su Falset natal con una fuerza que centró mi mirada en muchas ocasiones, ¡cuidadito con esta mujer! En el otro extremo la guitarra de Alejandro Hurtado (aquí el que estuvo atento pudo encontrar mucho más flamenco del que parece) el contrabajo de Joaquín Arrabal y la percusión de Vicens Soler, una sección rítmica que aun que parecía poco explotada siempre estuvo ahí, con detalles enriquecedores y con susurros imprescindibles para entender las canciones, con el arco Arrabal tejía esos pellizcos que hieren sin remedio. Y en medio de todos esa mujer Mayte Martín que se siente tan atrapada por el flamenco, como con los boleros, tangos o musicando poemas suyos o de sus seres queridos o admirados. Esa mujer que cada día transmite mejor sus pensamientos. Empezó la noche, discreta, con Soneto de amor del maestro Rafael de León, la voz ya me atrapó, serena, precisa, con un tempo tranquilo y relajado. Siguió con La mujer del pirata y apareció Belén Maya, con una especie de jaula que le sirvió (cual mantón pirata) para demostrar que puede bailar con cualquier objeto y cualquier estilo musical. Acaríciame por dentro, Mayte Martín iba explicando el porqué de los temas, y hacía reír al público con sus declaraciones de lo poco que le duraban los amores y como eso le había permitido tener tantos temas de desengaños. Y llegó el tango, pero no el flamenco sino el argentino,  Sus ojos se cerraron (Gardel – Le Pera) y yo hubiese cerrado los míos para gozar de esa manera preciosa en que la cantante se metió dentro de la piel de Gardel, pero volvió a salir Belén Maya y volvió a demostrar cómo se baila tango sin reglas ni estructuras rígidas, con libertad. No me maltrates la vida, introducción del cuarteto y el golpe seco del corazón de Arrabal, silencio y paso a la voz, una voz que se eleva por encima de una sala silenciosa y que a mí me recuerda aquel momento álgido en que un joven Joan Manuel Serrat cantaba a Machado y medio mundo se emocionaba. Y llega el espacio para aproximarse al flamenco, Gacela del amor imprevisto (Federico García Lorca) y Música de locura (dónde se esconde discreta la buleria)  sirvieron para que la guitarra de Hurtado acariciara el toque flamenco y la voz de Mayte Martín dejara salir de su interior esa manera de cantar flamenco que la hace única en el panorama actual. Volvió Belén Maya en  Si te he visto no me acuerdo, ahora ya con vestido flamenco pero sin asomo de zapateados llamativos ni nada por el estilo, arte en todo el cuerpo y siempre al servició de la canción. Me siento sin piel ( O Milonga del Treno) el violín de Marta Cardona igual que su boa dibujando caminos de locura y la voz, tan pronto lejana tan pronto dentro de mí, ahora sí que tengo que cerrar los ojos y escuchar la guitarra de Hurtado que vuelve a sugerirme muchas cosas. Y quiso cerrar con Antes de ti, pero un servido que tenía una chuleta, sabía que quedaban dos temas y mientras el público ya en pie aplaudía a rabiar, yo me emocionaba con pensar que todavía quedaba el postre. Las primeras notas de S.O.S. que el público reconocía enseguida (estaba en aquel Muy Frágil editado por El Taller de Músics en el 94 y que tengo en mi discoteca) seguía encendiendo la hoguera y llegó el final con la Balada y volvió Belén Maya y ¡cómo volvió! Aquí ya no hubo posibilidad de alternancia de miradas, todas se debieron concentrar en la bailaora, cómo bailó Belén Maya, ¡Cómo nos secuestró! Impresionante. + info | relacionados 

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