Martirio & Original Jazz Orquestra
Festival Connexions
Sala Apolo, Barcelona. 19 de noviembre de 2015
En muchas actividades de esta vida, como cocinando, por ejemplo, la unión de dos ingredientes de primera calidad no ha de dar, a la fuerza, un resultado excelente. En la música hemos visto ya este resultado algunas veces. Por eso, cuando se juntan artistas tan potentes como Martirio y la Original Jazz Orquestra del Taller de Músics [OJO] para ofrecernos un concierto, entre los que vamos a asistir, hay una cierta inquietud por el posible resultado; aunque aquí la incertidumbre no era total, porque a Martirio ya la habíamos oído en Acoplados, el disco que había protagonizado, junto a Chano Domínguez, con la Orquesta de RTVE. Aquí se trataba de convertir aquellos arreglos orquestales, que hicieran el propio Chano Domínguez, Roque Baños, Carles Cases o Lluís Vidal, en arreglos para big band, adaptados, en este caso, por Santi Galán.
Ya desde un primer momento, cuando tras una contundente introducción orquestal, salió Martirio a escena y entonó, Locura de mi querer, el tema que popularizara Marifé de Triana, por cierto, con todos los músicos con gafas de sol, se esfumaron todas las posibles dudas. Con un: «Buenas noches, cariños nuestros», se presentaba y anunciaba que íbamos a ver: «Este matrimonio maravilloso de la copla y el jazz; que empezó en 1997 y hoy se pone de largo con el maravilloso Taller de Músics”.
Y así fue, porque, como en recuerdo del nombre del disco que hizo junto a Chano Domínguez y que dio origen a todo esto, nos ofrecieron un concierto donde se acoplaron los dos estilos, representados por la cantante y por la big band. Una actuación dividida en dos diríamos que partes, los temas a trio de piano, y los acompañados por la OJO, como los que siguieron entonces. Me embrujaste, el tema que popularizó Concha Piquer y del que Carlos Cano hizo en su momento toda una creación personal; y No me digas que no, de Miguel de Molina, del que Martirio diría esa noche: «Un cantante de coplas que fue el más creativo, el más libertario, el más rebelde y el más potente para meter arreglos que después casaban con el jazz».
Con su acompañante habitual al piano, Jesús Lavilla, empezó con, Como nadie te he querido, que, según dijo ella, estaba: «Dedicado a ese hombre que nos hace sufrir y que nos encanta; a ese hombre delgado que todo le queda bien, aunque no se duche; ese hombre que está siempre triste con cara de atormentado, con cara de complicaciones, y no tiene ninguna; ese hombre que parece que no lo han querido nunca y lo han querido desde que era chico; ese sinvergüenza que nos encanta a todas y a nuestras madres, no. Ese hombre que cuando te deja, tienes que hacer cursillos, que hacer tai chi, tienes que leerte a Bucay, Coelho y todos los libros de autoayuda del mundo». Un tema que requería esa intimidad que una letra como la de la canción, de amores desesperados y no correspondidos, demandaba, incluso con un oportuno solo de contrabajo para solemnizar el momento.
Torre de arena era el siguiente tema: «Es, quizás, la canción más lenta de todo el repertorio ―decía―, es casi un blues; y es de pena, pero de pena sosegada, elegantemente sosegada. A ver, no de cortarse la venas ni… Ella es elegante y sufre, pero discreta. De la grandísima Marifé de Triana». Explicaba que había sido la primera canción que les inspiró a Chano Domínguez y a ella para hacer las coplas en jazz. Un tema que se prestaba a un acompañamiento de piano realmente con aires de blues y con un solo de trompeta de David Pastor, desgarrado, que, junto a la interpretación de la cantante, ofrecía uno de los mejores momentos del concierto
Acababa esta parte de trio, con un, Tatuaje, para ella: «La banda sonora que le tenía que haber puesto Fassbinder a Querelle». Con aires, por momentos de tango, y otros al estilo de Nueva Orleans, especialmente por el solo con el trombón con sordina de goma de Vicent Pérez, como ella dijo: «Rubio como la cerveza, con la espumita y todo», refiriéndose a su pelo rizado.
Volvía con la banda. «¿Han visto como quedan las coplas con una big band? ¡Ay! Si las fronteras hubieran estado abiertas cuando Franco… ¡Lo qué hubiera pasado con la copla!», había dicho antes. Era, Te lo juro, nuevamente Miguel de Molina, a todo swing, con la orquesta a toda potencia pero, gracias a los cuidados arreglos, dejando el espacio suficiente a la cantante.
Otro de los momentos más aplaudidos, hasta tres veces fue interrumpida la canción por los aplausos de los espectadores, fue la interpretación del tema de Juanita Reina, Tú eres mi marío. Un tema en que la comicidad con que se explica como la mujer justifica y esconde todo lo que le hace su marido y sus engaños, en una versión en la que Martirio, con la complicidad en solitario del piano de Jesús Lavilla, aun le añadía más ironía y humor; un humor amargo que esconde una actitud de resignación de la mujer que aguanta todo para poder decir, al final de la canción: «Son criticaciones/ de cuatro envidiosas/ ¡tú eres mi marío!».
Y llegaba la fiesta final con tres temas, con la orquesta, que eran acogidos con enormes aplausos y en los que se veía, como así había sido toda la noche, a Martirio, David Pastor, Jesús Lavilla, y al resto de los músicos, disfrutando absolutamente. Era Ojos verdes; La bien pagá; y, después de presentar a todos los músicos, Compuesta y sin novio, nuevamente Miguel de Molina; tres temas que se adaptan a la perfección a ese formato, en el que todos, la primera ella, se pudieron lucir.
El primer bis fue el pasodoble de Juanita Reina, Dicen, a un ritmo absolutamente jazzístico, con los vientos como protagonistas. Para acabar, a petición del público, volvía, La bien pagá, pero esta vez en inglés, para sorpresa de muchos, Paid so well, una versión que ya la habíamos oído en otras ocasiones, con un David Pastor nuevamente inspiradísimo. Y con: «Mucha felicidad para todos. Muchísima paz, muchísima paz, muchísima paz», se despedía definitivamente.
Copla y jazz, una conjunción que hicieron casar de forma extraordinaria Martirio y la Original Jazz Orquestra del Taller de Músics, dirigida por David Pastor, con la inestimable ayuda de Jesús Lavilla, rememorando aquel disco que ella hiciera con Chano Domínguez. Si el disco, en su momento, gustó mucho y creó un precedente dentro de las diferentes interpretaciones de la copla, nos atreveríamos a decir que esta realización con big band supera aquellos logros, con una Martirio mucho más suelta y con más dominio, aún, de los registros que la conjunción requería. Otro gran acierto del festival Connexions. + Info | Relacionados | Texto y Fotos: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO