Guillermo McGill
La danza de un ángel. Karonte, 2024
Todo buen aficionado al jazz recuerda aquel increíble trío de Guillermo McGill, Chano Domínguez y Javier Colina, los tres han ido aportando muchas horas de música en el jazz español, en diferentes proyectos. Pero el batería de Montevideo (aunque español desde los 12 años) siempre ha sido un músico inquieto y en esa búsqueda de nuevas sonoridades nos ofrece este proyecto junto a músicos de diversas procedencias que paso a presentarte.
En el saxo, el británico Julián Argüelles (lo recuerdo en mis primeros discos de los ochenta con los Loose Tubes) parece ser que Argüelles y McGill coincidieron con Kenny Wheeler en una gira por Irlanda, y el británico ya había participado en algunos discos de McGill. ¡Feliz reencuentro!
Álvaro del Valle es un guitarrista madrileño que se mueve tanto en terrenos de jazz como de música contemporánea. Y desde Sevilla el pianista Chiqui Cienfuegos y la contrabajista Gal Maestro (a quién tuve el placer de escuchar en esta última Bienal de Flamenco en el espectáculo de Mercedes de Córdoba: Olvidadas (a las sin sombrero)
McGill, ha vivido en Barcelona, Madrid, ha sido profesor en Musikene (País Vasco) y actualmente reside en Sevilla, dónde según explica en las notas del disco (ha aprendido, que todo conocimiento musical, sirve para compartir esos sentimientos que nos hacen mejores personas)
Con esta idea de base, empieza el disco con “Cánticos de éxtasis” composición basada en un canto medieval (1070) Maestro con el arco y su contrabajo nos sorprenderá desde un principio. La batería le acompaña en esta meditación.
El siguiente tema es “Dulce fortaleza” un vals cercano al estilo de Kenny Wheeler (a quién va dedicado) el saxo de Argüelles y la guitarra de Del Valle nos muestran sus armas. Dos maneras muy diferentes de acercarse al jazz, pero ambas muy libres. Detrás, pero muy presentes, el trío cumple con su función.
“La danza de un ángel”, tema que da título al disco es un homenaje a la danza, esa arte que, según McGill nos permite ver la música. Entra el contrabajo de Maestro que marca esa línea referente, suaves destellos de la batería y el saxo cálido de Argüelles. Un tema precioso. Después el piano se alzará en conductor de esa danza (si cierro los ojos casi puedo imaginar los movimientos del baile)
“Planctone”, no debemos olvidar, que McGill ha estado presente en muchos y buenos discos de flamenco y en este tema quiere el compositor, que reflexionemos sobre el mar y su importancia en el origen de la vida. El juego entre contrabajo y guitarra nos remite a esas esencias bluseras que en Andalucía siempre se han llevado bien con la bulería. Hasta Argüelles se defiende bien con su saxo. Maestro, ya ni te cuento.
“Sabina”, el siguiente tema, entra sin prisas, dejando que el piano desarrolle un espacio dónde el saxo narre su melodía. Me gusta mucho el trabajo de Cienfuegos en este tema (no conocía a este músico) después es la guitarra quién tiene su solo. Y siempre detrás la potencia de la batería que pasa de golpear con saña a acompañar con dulzura.
“Alguna tarde bella más” dedicada a su madre, fallecida en 2017. El piano se encarga de introducir esta preciosidad, aires de otros folclores se cuelan con gusto. El trio de piano, contrabajo y batería me deja impresionado.
“No te escondas” otra reflexión de McGill, ante este mundo lleno de adversidades, nos pide (se pide a él mismo) más valor, para mostrarnos tal como somos, sobre todo en nuestro entorno más inmediato. Musicalmente, es un tema impactante, golpea con fuerza, ritmo arrollador, puñetazo directo al estómago. Argüelles sabe soplar así de contundente, y el trío le ofrece el colchón que precisa.
Para terminar, volvemos a acercarnos al flamenco. “Seguiriya azul”, Cienfuegos rastrea las notas del palo, el saxo se atreve a “cantar”, Maestro puntea o usa el arco con igual soltura y McGill pone los colores de la seguiriya. Un disco a escuchar con atención, disfrutando de las aportaciones de cada músico en esta aventura emocional. + info