Festival VEUS
Festival VEUS 2018
Olot, 6 al 9 de diciembre de 2018
VEUS es algo más que un festival al uso. De hecho, divide su actividad en tres aspectos diferenciados, a los que se da, a todos ellos, una gran importancia. Por un lado presenta una faceta didáctica, con Masterclass y Talleres de algunos de los participantes, abiertos, principalmente, a quienes están, de alguna manera, en el entorno de las corales. Por otro, dentro mismo del casco urbano, están los Concerts al Carrer [conciertos en le calle], actuaciones de coros, generalmente de la misma zona de Olot, que ofrecen sus conciertos. Finalmente, en salas cerradas, están los Concerts de Sala, espectáculos de pago, dedicados al público en general, donde se presentan artistas nacionales e internacionales. Y de estos últimos vamos a hablar.
El primer concierto lo protagonizaban el grupo noruego Trondheim Voices en el escenario del Teatre Principal, que no en la sala. Allí estaban situados tanto los músicos como los espectadores. Cinco mujeres vestidas con trajes tradicionales, que situadas en círculo, con un foco de luz ante cada una de ellas, y con sus voces y pequeños elementos electrónicos que controlaban a través de unos pequeños artilugios que llevaban prendidos en sus cinturas, iban desgranando sus canciones. De hecho podríamos hablar más de ambientes sonoros que van creando mientras evolucionan dentro del espacio limitado por las luces, colocadas sobre trípodes, que las rodean.
Cinco cantantes extraordinarias que solo en dos momentos del concierto interpretaron temas de tradicionales, mientras durante el resto de la actuación eran los sonidos y las voces, las atmósferas que creaban con ellos, los protagonistas. El entorno obscuro por el que se movían, jugando con la manipulación de las luces —formaron al final de su actuación una especie de alfombra lumínica entre ellas—; sus movimientos pausados; las melodías que creaban con sus voces —uniéndolas a veces, contestándose otras—; la repetición de algunos fragmentos acústicos; llevaba, todo ello, a crear un ambiente entre espiritual y onírico que nos transportaba, si nos sumergíamos en su música, a lugares mágicos. Podríamos hablar de influencias sonoras en muchos momentos del espectáculo, pero posiblemente seria un ejercicio de racionalización innecesario, porque simplemente con deslizarnos por ese tobogán de sonido, luz y movimiento que Trondheim Voices nos proponían, era suficiente para poder disfrutar de su actuación imbuyéndonos en ella. Una actuación muy especial, absolutamente indicada para este festival.
Las Sesiones golfas, que así se denominaban los conciertos que trascurrían a partir de las 23:30 horas en la sala El Torín, se inauguraban con el espectáculo Les dones de Frank, un homenaje a Frank Sinatra que protagonizaban Marian Barahona, Mone Teruel, Susana Ribalta i Txell Sust, acompañadas por el piano de Nito Figueras. Es una teatralización que nos explica la aventura de unas fans del artista recorriendo los paisajes por los que aquel se movió en su momento, y adornándolo todo con números musicales, tanto de temas del cantante, o sobre el cantante. A nosotros nos hubiese gustado más una actuación menos dramatizada, potenciando no tanto las actitudes teatrales como las musicales, que las tiene, del espectáculo.
El viernes, nuevamente en el Teatre Principal, en la sesión de tarde-noche, se presentaban Broadway A Capella. Trece cantantes, provenientes, en su mayoría, de los concursos que la televisión catalana dedica a las agrupaciones vocales, dirigidos por Gerard Ibáñez , que interpretaban temas relacionados con musicales americanos, a la vez que se movían por la escena en unas coreografías muy frescas, con unas voces ajustadísimas, algunas de ellas muy interesantes, y que como conjunto funcionaban perfectamente, destacando por momentos alguno de los músicos en los solos. Siempre con un acompañamiento de beat vox por parte de los componentes del grupo, las voces funcionaban muy bien en los temas grupales, que acompañados con las coreografías que iban desarrollando, mantenían, en general, un buen nivel. Un grupo que tiene en sí mismo un alto potencial y que basándose en las voces, las coreografías y la juventud, alegría y ganas de sus componentes, seguro que encuentra un público muy amplio ante el que seguir evolucionando.
Por la noche, en la sala El Torín, nos reencontrábamos con O’Sister!, la banda sevillana que ya conocíamos y que, nuevamente, nos hizo disfrutar con sus temas originales o sus versiones de canciones americanas de los años 20 y 30, a las que ellos homenajean. Dos cantantes femeninas, Helena Amado y Paula Padilla, y uno masculino, Marcos Padilla, hermano de esta última, acompañados por Matías Comino a la guitarra y el banjo, Camilo Bosso al contrabajo y Pablo Cabra a la batería, nos acercaban esos temas que los aficionados al lindy hop han revitalizado. Tres buenísimas voces, con un acompañamiento adecuadísimo, iban desgranando las canciones, principalmente de su último disco Stompin’ in Joy, con una pista de baile ante ellos, a la que costó que se acercaran los potenciales bailarines que había en la sala. Solo al final del concierto ésta llego a llenarse, gracias a que las dos cantantes bajaron a la pista a animarla. “Ahora os habéis despertao”, decían luego desde el escenario, provocando al publico de forma divertida. Un espectáculo donde predominan las voces, que ellos a veces transforman en sonidos trompetiles, que generan una sensación de alegría y buen rollo entre los asistentes, pero siempre manteniendo los altos niveles de calidad que en todo momento destilan. Todo un acierto la incorporación de O Sister! a la programación de Veus. Un conjunto que nos gustaría ver más a menudo por nuestras tierras.
Las estrellas del festival eran, indudablemente, los estadounidenses Take 6. Un grupo vocal de seis componentes que llevan más de 25 años actuando juntos, con unas profundas raíces religiosas, como se vio en el repertorio que nos ofrecieron durante el concierto, ganadores de diez Grammy, que han grabado con muchas de las figuras del jazz, del góspel y de muchos más géneros, que se presentaban en el Teatre Principal con una lleno absolutísimo.
Desde un primer momento su calidad se hizo patente, y se metieron al público literalmente en el bolsillo. Seis potentísimas voces que destacaban tanto en su faceta de solistas como, especialmente, cuando las unían en fantásticas armonías. Como estábamos cerca de las fiestas navideñas, una parte de su concierto la dedicaron a temas relacionados con ellas. Posiblemente, al menos a nosotros, nos parecieron los temas menos interesantes, no por la interpretación de los cantantes, notable en todos los casos, sino por los arreglos algo más cercanos a la tradición, como cuando cantaron, junto al público, un Adestes Fideles de lo más predecible. Los mejores momentos fueron en los que interpretaron algunos estándares del jazz y algún tema más moderno, como al principio de su actuación, cuando hicieron participar activamente a los espectadores proponiéndoles coros que estos seguían de forma muy ordenada y efectiva, lo que sorprendió, o al menos eso dijeron, a los cantantes.
Comenzaron su concierto con el tema Come On de su álbum Feels Good; para ir desgranando canciones como Wade in the Water, con la colaboración activa, como decíamos, del público; una versión muy original de The Sugar Plum Fairy del ballet de Tchaikovsky, Cascanueces; el tema de Stevie Wonder, Overjoyed, curiosamente el único en el que utilizaron dos guitarras y un teclado para acompañarse; Alleluia, de su disco One; So much to say, que da título a uno de sus álbumes —posiblemente la mejor canción de la noche—, con un ritmo endiablado, que Take 6 con sus voces y sus efectos de beat box, iban mezclando con fragmentos de temas de Michael Jackson; que empalmaron con el famoso Roof Garden de Al Jarreau. Entre estos temas, fueron intercalando hasta seis de las más conocidas canciones de navidad americanas, como We Wish You a Merry Christmas, Hark The Herald Angels Sing, o Let It Snow.
Con la versión de Got to Get You Into My Life, del disco Revolver de The Beatles, cerraron definitivamente su actuación, después de una triple tanda de bises que los espectadores provocaron con sus entusiastas aplausos —insólito por esos lares—, culminando así un concierto que si ya era el más esperado, con las entradas agotadas semanas antes del mismo, no defraudó a nadie tras la expectación creada.
Acababa la jornada con el músico belga Bernard Massuir, en la Sesión golfa de la sala El Torín. Tras Take 6, un cambio absoluto de chip. Bernard Massuir, nos presentaba una propuesta, con su voz como protagonista, mezcla de sonidos inusitados, actitudes de clown, comediante, e improvisador, ayudándose con algunos instrumentos o artilugios musicales, muchos de ellos de creación propia, y un looper, demostrando, en todo momento, no solo su dominio de la escena sino también su calidad musical que, por instantes, parecía esconderse ante la explosión de sus propuestas con ese punto aparentemente loco e infantil, pero llenas de contenido en todos los casos, y siempre con la música, la voz, como protagonista, con influencias de melodías y ritmos de todo el mundo y todas las épocas.
Comienza Salto Vocale, su espectáculo, cantando a Georg Philipp Telemann; luego un recitado sobre el concepto de presente y futuro, que acompaña con una canción utilizando su cuerpo para la percusión; y a partir de ese momento nos define Salto Vocale como moderno, contemporáneo e interactivo. Esto último lo demuestra en todo momento, tanto con un sombrero donde están los papelitos con los nombres de las canciones, que el público va extrayendo aleatoriamente para que él las vaya interpretando; como en la activa participación musical que demanda a éste. Así llegan temas como Girafe, con connotaciones de música africana, que gracias al looper convierte en una canción coral; una Chanson d‘amour que dedicó a una espectadora a la que hizo sentar en primera fila, frente a él; A vosaltres [a vosotros], un divertidísimo tema donde es el publico, que llega a constituirse en un coro, quien canta con él; Tout Bleu, donde presentaba un instrumento de su abuelo, un acordeón bajo o de pie, pero que Bernard Massuir accionaba con las manos; o la Sac Suite, donde se acompañaba haciendo ritmos con una bolsa de plástico; hasta llegar a un tema dedicado a la Paz, tanto del mundo como la de uno mismo. Así culminaba Bernard Massuir, Salto Vocale, un espectáculo musical fantástico, del que el humor forma parte indivisible, un humor que, muchas veces, nos hace reflexionar mientras escuchamos al cantante. Otra actuación perfecta para el festival VEUS.
Cerraba el ciclo de conciertos, el domingo en el Teatre Principal, la Coral Càrmina, dirigida por Daniel Mestre. Una de las corales más importantes de Catalunya, siempre buscando ese equilibrio, en su repertorio, desde lo más clásico hasta lo más contemporáneo.
La tercera edición del Festival VEUS, en la que participaron, entre espectadores y cantantes, tanto en las salas cerradas como en la calle, miles de personas, según la organización, es uno de esos festivales a los que uno acude para descubrir nuevas propuestas y confirmar otras ya conocidas, en las que siempre puedes encontrar actuaciones más que interesantes. Si sigue esta línea de presentar espectáculos de calidad, siempre basados en la voz, con alguno de ellos a un nivel magnífico, seguro que ha de tener una trayectoria ascendente en próximas convocatorias. +Info| Relacionados | Texto y Fotos: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO