Carola Ortiz & Charu Hariharan
Connexions. CAT 21 de octubre de 2018
Sabía que la conexión entre Carola Ortiz (clarinetista, cantante y compositora) con Charu Hariharan (voz y percusión) iba a ser por lo menos explosiva, pero lo que sucedió en el Tradicionàrius superó cualquier previsión. Un septeto de lujo más tres voces en los coros, más sorpresas de danza en un proyecto que puede presentarse con éxito seguro en cualquier escenario del mundo y todo eso por 10 euros, deja muy alto el nombre del Taller de Musics y este festival. Ahora vamos con lo ocurrido. Empezó la noche con Amor prohibido, solos Carola Ortiz y Pau Lligadas (contrabajo) que substituía sin problemas a Juan Pablo Balcazar. Sigue con ¿Y ahora qué? La voz ya está en su punto perfecto, y el septeto empieza a presentar sus armas, Néstor Giménez al piano nos ofrece una descarga latina que le sienta perfectamente al tema, mientras que en el otro extremo del escenario Charu Hariharan con una llave inglesa pequeñita va percutiendo en unas campanas y llenando de adornos la composición. Torno a enamorarme, nos vamos a Brasil (recuerdo que la gran María Schneider llamó a sus filas a Carola para que tocara el clarinete, ¿por algo sería?) Renaissence, se pasa al clarinete bajo, el piano introduce unos aromas orientales (de esos que dejan clara la procedencia de los gitanos) y Hariharan demuestra porque está aquí esta noche, todo un lujo ver tocar la percusión a esta mujer. En la guitarra Nishad Pandey deja sus primeros sonidos irreverentes. En Mirrors ya tenemos la confirmación total de que la guitarra de Pandey (que ha venido desde Berlín para la ocasión) bebe directamente de Ribot, Frisell y todos los grandes. ¡Vaya septeto de lujo! Y además se incorporan un coro de tres alumnas de Carola Ortiz que están encantadas de cantar con su profe y nos regalan más matices. En este tema la voz de Hariharan es increíble, la combinación de su voz con el clarinete de Ortiz es genial. A partir de aquí todo era mágico, nos llevaban de viaje dónde querían, Berlín, Nueva York, India, todo nos parecía bien. The water vuelve a mostrar la complicidad entre las dos artistas. El piano de Giménez sigue ahí aportando matices. En Charlotenburg Lake hay un duelo de voces entre Ortiz y Hariharan que si cerrabas los ojos podías imaginar que estabas en el más profundo sur de Estados Unidos en algún espiritual. Impresionante. Healing love, la guitarra de Pandey y la voz negra de Carola Ortiz, para que quieres más. Recuerdo los principios de esta mujer cuándo formó aquel Axis-Orca o más tarde con Balcazar en el Minimal Hits, como ha crecido, ¡es increíble! Lo que era riesgo e investigación, ahora se ha transformado en unas composiciones que sin perder un ápice de rebeldía consiguen un nivel tanto en musicalidad como en puesta en escena que les debería lanzar sin freno a los festivales internacionales más exigentes. Y quisieron cerrar con Shalishe, esencias orientales, mezcladas con folklore (recordad el paso de Ortiz por Coetus), y por si faltaba poco Pau Lligadas que había hecho algunos temas con el bajo eléctrico, volvía al contrabajo para marcarse un dúo con Ortiz de los que se recuerdan. Los bises. Salieron Carola Ortiz y Sandine Robilirad (cello) para tocar Villanelle, Ortiz puede cantar en castellano, catalán, inglés, francés ufff. El dúo estaba increíble y por si fuera poco apareció Guillem Burnat que en un momento nos cautivó con su danza, diciendo con su cuerpo lo que otros dicen con el instrumento. Estaba claro que debía volver todo el grupo para cerrar lo que entre todos habían construido. Y escogieron Mariona de su anterior trabajo Sirin, Temps Reciords, 2016. Quizás Ortiz esperaba coros del público, no lo sé, en mi caso estaba tan impresionado de lo que había escuchado, que hubiese preferido seguir con el disco actual, en cualquier caso, es sin duda alguna de los mejores directos que he presenciado este año y estamos en octubre. Felicidades. + info | relacionados | fotografias: Maud Sophie Andrieux